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viernes, 17 de octubre de 2008

¡Alto a la voracidad!
La crisis, en aumento

José Santiago Healy
Los altibajos en los mercados financieros siguen a la orden del día. Resulta imposible entender por qué un día suben los índices más del 10% y dos días después se desploman sin misericordia.

Hay una palabra de 12 letras que podría explicar todo esto: especulación. Las autoridades financieras hablan de un clima de pánico entre los inversionistas, pero sabemos por crisis pasadas que hay grupos voraces que aprovechan este río revuelto para sacar jugosas ganancias.

Ya vimos en México que el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, denunció que directivos de grandes empresas manipularon el mercado de cambios y ocasionaron que el peso sufriera una drástica devaluación la semana pasada.

En Estados Unidos no han salido por el momento los culpables de la crisis financiera que ha sacudido al mundo entero en las dos últimas semanas.

Pero tendrán que salir porque una vez ahogado el niño los gobernantes tratan de tapar el pozo y luego vendrá la búsqueda de los presuntos responsables.

Estamos ahora inmersos en una espesa nube de rumores y de informaciones sin confirmar que simplemente confunden más a la opinión pública.

Trascendió en los últimos días que el desastre bursátil de la semana pasada se debió en buena parte a instrumentos de deuda de Lehman Brothers que no fueron respaldados y cuyos tenedores tuvieron que rematar otras posiciones para cubrir dichos adeudos.

Una gran interrogante en los medios financieros de Nueva York es saber porque algunas instituciones fueron protegidas por el gobierno norteamericano, pero otras como Lehman las dejaron quebrar y a merced de los especuladores.

Hay todavía mucha tela por cortar en este desastre económico que seguramente pasará a los anales de la historia como la gran crisis de los mercados libres.

Para muchos analistas la intervención excesiva del gobierno norteamericano será dañina y ocasionará a largo plazo desviaciones mayúsculas que incluyen el final del libre mercado para entrar en un capitalismo regulado, muy parecido al socialismo europeo con todas sus ventajas y sus desventajas.

Son nueve los grandes bancos norteamericanos que tuvieron que vender acciones a la Tesorería Federal por un monto total de 250,000 millones de dólares. Imagine usted el tamaño del daño si consideramos que Estados Unidos prestó a México 50,000 millones de dólares en 1994 para cubrir la deuda por los “tesobonos”.

Obviamente al gobierno decadente de George W. Bush no le quedaba margen de maniobra porque si no intervenía los mercados y la banca, en pleno hervor electoral, se corría el riesgo de una hecatombe bursátil.

Versiones optimistas señalan que los genios financieros presionaron al presidente Bush para aplicar un plan de asepsia profunda con el fin de reparar el camino para la siguiente administración que arrancará el 20 de enero de 2009.

Los asesores estimaban que en cuestión de dos semanas se reorganizarían las piezas del rompecabezas con la esperanza de que el 4 de noviembre se respirara en Norteamérica un clima saludable que daría el triunfo al republicano John McCain.

Pero los consejeros presidenciales no anticiparon la iracunda reacción ciudadana al exigir a sus representantes rechazar el rescate financiero en la primera votación.

De ahí en adelante la historia es de todos conocida y pese a las inyecciones millonarias de recursos fiscales y a los acuerdos internacionales lo cierto es que la turbulencia financiera no termina, peor todavía, pareciera que apenas ha iniciado.

Una vez más el ciudadano común y corriente pagará los platos rotos en tanto los magnates y los políticos se lavarán las manos. Así sucedió en México con el infame Fobaproa que dejó al país hundido pero “salvó” a los grandes capitales.— Chula Vista, California.

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